Toda la información que necesitas sobre el parvovirus canino
El parvovirus canino, perteneciente a la familia parvoviridae, es un virus de tamaño diminuto que ha estado presente desde 1978, aunque su origen exacto aún es desconocido. Sorprendentemente, este virus comparte el 98% de su material genético con la panleucopenia felina. Aunque algunas variantes del virus pueden afectar a los gatos, es importante destacar que no se transmite a los seres humanos. Algunas teorías sugieren que el parvovirus canino podría ser una mutación del virus de la panleucopenia felina que finalmente afectó a los perros, especialmente a los cachorros.
A lo largo del tiempo, han surgido tres cepas adicionales del parvovirus canino, conocidas como la variante tipo 2A, 2B y la más reciente, la 2C. Gracias a los avances en los protocolos de vacunación, la agresividad del virus se ha atenuado significativamente. En comparación con años anteriores, ahora es menos frecuente que se presenten complicaciones como miocarditis y muertes súbitas.
¿Cómo se produce el contagio? El parvovirus canino se transmite principalmente por vía fecal-oral. Cuando un cachorro se contagia, el virus se replica rápidamente en la cavidad oral, faringe y los nódulos linfáticos mesentéricos. A partir de ahí, se produce una viremia, es decir, la entrada del virus al torrente sanguíneo, lo que resulta en su propagación a los órganos internos. Esto ocurre aproximadamente entre el primer y el quinto día después del contagio. En el intestino delgado, el virus destruye las células epiteliales de las criptas intestinales, lo que provoca diarreas, a menudo hemorrágicas, y una mala absorción de nutrientes. Además, la ruptura de las células epiteliales debilita la barrera epitelial, permitiendo que las bacterias intestinales pasen al torrente sanguíneo, lo que puede conducir a un shock séptico, una respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) e incluso al fallo multiorgánico y la muerte del perro.
Cuando el parvovirus afecta a los órganos linfoides, como el timo, el bazo o la médula ósea, infecta a las células precursoras de las células inmunitarias, los neutrófilos, lo que predispone al cachorro a infecciones secundarias y a un estado de inmunosupresión.
Si tu cachorro muestra síntomas como debilidad, apatía, disminución del apetito, vómitos persistentes o diarreas, algunas veces con sangre, es posible que esté infectado con parvovirus. En tal caso, es importante acudir a un hospital veterinario lo antes posible. Cuanto más se demore en recibir atención, mayor será el riesgo de que el perro desarrolle un shock hipovolémico debido a la pérdida de líquidos, lo cual dificultará la reversión de los síntomas y la enfermedad